martes, 26 de julio de 2011

Un Tiburón en los juzgados

Hay en Huelva un Tiburón de ojos grandes y dientes poco afilados. Dicen que es peligroso así que espero el momento más adecuado. "José Manuel", le digo, esperando un ataque voraz, un "déjame en paz" o quizás otro insulto que llevarme a casa... pero responde amable y calmado, deja a un lado a su mujer y a su hijo y al otro, a su abogado.

Este Tiburón no da miedo, incluso parece asustado. De repente él es la víctima de mis preguntas y se defiende con las manos. Las mueve de arriba a abajo para decir que es un error, las coloca en la cintura para explicar que fue un problema de fondos, y se las pasa por la cabeza confiando que todo acabe bien.

Desde que supe que me iba a econtrar con él tenía una pregunta en la cabeza. "¿Por qué te llaman el Tiburón?" Me cuenta que nada tiene que ver con su fama de estafador; que cuando tenía 8 años se cayó en la calle y al caer perdió sus dos paletas. Explica que tuvo miedo de ir al dentista y que además nadie le llevó. Durante años los dos caninos colgaron de su boca sin nada más en medio. Era cuestión de tiempo que a alguien le llamara la atención y fue un Guardia Civil quien le puso de nombre Tiburón.

De repente tengo frente a mí a un niño de ocho años condenado por estafa; un niño sin paletas, con miedo, y acomplejado... Y por un momento se me olvidan los cuatrocientos mil euros que debe a siete personas; y se me olvida la ilusión de otros cientos a los que prometió en Dubai un trabajo por 600 euros al día que nunca llegó... Y me siento, como ellos, estafado.

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