Yenri y Gabriel eran los cámaras, Juan Carlos el reportero y Medori y yo sus asesores. Cada uno en una moto de la Policía Metropolitana de Caracas dirigiéndonos a uno de los barrios más conflictivos de una ciudad complicada. Hacía tiempo que había solicitado un reportaje al comisario Licenciado Flores y al final accedió, aunque por su propia cuenta también invitó al resto de televisiones de Venezuela.
Juan Carlos estaba un poco asustado, Gabriel lo había vivido ya mil veces y a Yenri se le notaba la emoción de salir por un día de la rutina de ruedas de prensa politizadas... Medori y yo estábamos símplemente sorprendidos de todo lo que veíamos: detenidos trasladados en moto, chalecos antibalas, pistolas en todos los registros, disparos que venían de todas partes... y la policía siempre ofreciendo a la prensa ir en primera línea para no perderse nada de lo que ocurría.
A las semanas de volver a España, Gabriel nos llamó desde Caracas. Habían matado a Yenri apuñalado en un autobús por dos ladrones. Ya les había dado la cartera sin oponer resistencia, pero cuando cogieron la de su mujer embarazada de dos meses les reclamó que tuvieran más cuidado. Le respondieron con dos puñaladas en el pecho que acabaron con su vida. Yenri tenía 27 años, tenía ganas, tenía un don para la cámara y una vida por delante que dos simples ladrones a todos nos han robado.